Teníamos muchas ganas de retomar Historia de una cubierta, la sección en la que os contamos las decisiones y el proceso que acarrea el diseño de una cubierta. Como recordaréis de ediciones anteriores, esto no sería posible sin Rafael Ricoy, guardián de las esencias de las cubiertas, en particular, y de la imagen de Kailas, en general.
Este mes hemos publicado el nuevo libro de Ramón Nogueras, Por qué creemos en mierdas: Cómo nos autoengañamos, en el que se plantea cómo es posible que en esta época, con más acceso a información que en ninguna otra, con un conocimiento sobre el mundo en el que vivimos y su funcionamiento incomcomparable, creamos firmemente en bulos y supersticiones, demos por buenas y difundamos historias y noticias que nunca han ocurrido y por qué, a pesar de las evidencias, no estamos dispuestos a cambiar de opinión o a modificarla siquiera.
Las respuestas a estas preguntas, y otras muchas, las encontraréis en el libro, pero ahora centrémonos en el diseño de la cubierta.
¡Dentro la primera propuesta!
Sí, bien observado, aún estábamos a vueltas con el título y sin descartar opciones. A veces eso pasa.
En realidad, fueron dos. Un par de reflexiones:
- No debemos olvidar que eran eso, primeras aproximaciones con detalles sin refinar, de trazo grueso.
- Estaban muy centradas en lo que con frecuencia consideramos «cosas de frikis», y nos daba reparo que los lectores pensaran, sin conocer nada más del libro, que se centraba en eso, cuando en realidad Por qué creemos en mierdas aborda sesgos psicológicos que todos, de manera más o menos acusada, llevamos encima.
¡Más madera!
Aquí se produjo un gran salto adelante: imagen (más o menos) y, no menos importante, tratatamiento tipográfico. ¡Casi nada!
Sin embargo, había algo que nos chirriaba de la imagen. ¿Adivináis qué es? No vale hacer trampas…
Ya va tomando forma, ¿no? Eliminamos la mano que sujetaba las gafas porque no aportaba nada más que ruido. Ahora hay que rematar y aderazarla para que no sea tan plana.
Importante, no nos quedemos en el colorín, que es lo que más llama la atención. Por una parte, queda establecido el título definitivo y, por otra, empieza el baile del subtítulo. Consultado el autor sobre estas opciones, nos pidió que lo variáramos porque eran unos subtítulos muy «cerebrocentristas» (si se nos permite el palabro).
Sí, Rafa se puso juguetón y decidió darle un giro a los colores. Sin embargo, nos gustaba más el fondo de la opción anterior (quizá ya nos habíamos acostumbrado al verde). Y en cuanto al subtítulo, el baile aún no había terminado… Pero iba a finalizar pronto, porque aquí tenéis la cubierta definitiva:
Aquí la tenéis, con todos los elementos en su sitio, con subtítulo definitivo, con el filete de la colección en la parte superior izquierda y con el prologuista, el gran Óscar Huertas-Rosales.
¿Qué os parece? Visto así parece que estaba clara desde el principio, pero llegar hasta este punto tiene su intríngulis. Si queréis más Historias de una cubieta, están reunidas aquí.
¡Felices lecturas!